"La prensa obrera tiene por misión sagrada, contribuir a la ilustración y difundir la cultura en las costumbres de los pueblos.
Un periódico que llegue a las manos de un hijo del trabajo, debe ser un libro en el cual encuentre la savia vivificante para fortalecer el espíritu, cuando abatido por las luchas de la vida, se siente adormecer.
Debe llevar en sus caracteres palabras de enseñanza y de ejemplo, en estilo claro y correcto que revele la buena intención de la pluma que los traza.
Debe rebatir, las ideas del adversario o del amigo, cuando no las crea buenas, con cultura, moderación y altura de miras, procurando convencer al que crea que marcha extraviado con buenas razones y con argumentos que se basen en la lógica y en un criterio sano y despejado.
Sí se combaten las ideas del amigo, por creerlas no muy buenas, es necesario procurar convencerlo que va por camino malo y señalar la recta por donde debe seguir.
Pero si ideas lanzadas con buenos propósitos y con la conciencia de su bondad son atacadas con insultos que denotan poca cultura y con prejuicios de suyo ligeros e injuriosos que arrastran y rebajan a la pluma que los produce para herir a personas que no usan el lenguaje mordaz y atrevido para atacar o combatir, no se conseguirá convencer los errores, porque no es esa la forma que se debe emplear por hombres que con buenos propósitos trabajan por ilustrar a los que saben menos.
Podemos errar en nuestras apreciaciones doctrinarias, porque no tenemos la pretensión de ser infalibles, cuando estudiamos cuál será el mejor medio para llegar más luego a la realización de ideales que hemos abrazado con fe y entusiasmo y estamos dispuestos a aceptar en nuestras propias columnas las polémicas y el que se señale que nuestras ideas no son las mejores, cuando estas sean tratadas dentro del terreno en que es natural que lo hagan los demócratas que aman generosamente a su causa: con elevación de criterios, sin herir susceptibilidades, sin hacer suposiciones mal intencionadas que recuerden aquel adagio que dice “el ladrón cree que todos son de su condición”, y que inspiran a contestar, cuando estos no quedan muy debajo de la moralidad, al nivel de la bajeza.
Los periódicos obreros que se estilen en esa forma merecerán siempre el honor de las atenciones, la consideración de los adversarios, las simpatías de los lectores e ilustrarán a los que necesiten de la enseñanza y contribuirán a hacer desaparecer los malos hábitos.
Pero aquéllos, que se aparten de este terreno, ni ilustran ni convencen. Más bien, distancian en vez de aproximar.
Estas líneas han sido trazadas por la indignación que me ha producido la lectura de una correspondencia en un periódico obrero, destinado a ilustrar no a ofender, con la intención de llamarlo al buen juicio."
Luis Emilio Recabarren S.
La Democracia. Santiago, 21-abril-1901.
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